
Foto: Scott Olson (Getty Images).
La ventana de oportunidad que abrieron las elecciones legislativas y, sobre todo, el salvataje de Donald Trump para que Javier Milei consolide su modelo de mercado irrestricto le parece ancha y prometedora al Gobierno. Sin embargo, acostarse en una cama ajena puede no asegurar el descanso y bastan un par de eventos ajenos a la voluntad de la Argentina para que a Seguro se lo lleven preso.
Es que el partido se juega de visitante. La bolsa de Nueva York arrancó la rueda de ayer animada por un reporte positivo de ganancias del gigante de los microprocesadores Nvidia, que parecía despejar –al menos provisionalmente– los temores a que el sector tecnológico esté atravesando una burbuja peligrosa con inversiones de incierto retorno en inteligencia artificial. Sin embargo, bastó con un reporte más positivo que lo esperado sobre la creación de puestos de trabajo en Estados Unidos para que los traders dudaran sobre los próximos datos de inflación y sobre nuevos recortes de la tasa de interés, y para que regresara el cuco de la burbuja.
El índice principal del mercado más grande del mundo –el S&P 500– se hundió 1,5% y, ante el desconcierto, la Argentina se contagió de gripe por el resfrío neoyorquino. Y, fundamental, a eso sumó inquietudes propias.
El dólar cerró la semana por primera vez en alza desde el 26-O, las acciones argentinas que cotizan en Wall Street perdieron hasta 8,5% de su valor y –clave– el riesgo país revirtió una nueva retracción por debajo de los 600 puntos básicos para terminar en alza y en su mayor nivel en dos semanas.

Fuente: Ámbito Financiero.
¿Un drama? Para nada. Los avances de los activos argentinos después de las elecciones siguen dando más que positivo, pero la tendencia ilustra los problemas de depender de voluntades ajenas y, especialmente, cuán vulnerable es un plan económico que sin el rescate de Trump estaba en "riesgo de colapso" –Scott Bessent dixit– y que aun con él revela que sigue teniendo pies de barro.

Lo del riesgo país, como te conté varias veces, es fundamental. Ese indicador –medida del rendimiento de la deuda argentina por encima del rendimiento de los Bonos del Tesoro estadounidense a diez años– debería caer por debajo de 500 puntos básicos –cinco puntos porcentuales– para que Milei y Toto Caputo puedan tomar deuda a una tasa de un dígito, refinanciar vencimientos, aligerar el ajuste, "hacer política", consolidar el modelo y mirar con confianza a 2027.
El camino no parece tan largo si se recuerda que antes de los comicios el riesgo argentino volaba en torno a los 1500 puntos básicos, pero lo concreto es que este se ha amesetado por encima de los 600 y que llegar al mencionado nivel –mínimamente aceptable– requeriría de un shock de confianza adicional al rescate norteamericano. Y el problema es que eso se está probando difícil de concretar.



