La posta del Congreso
El Presidente no logró construir los bloques grandes que esperaba. Deberá negociar en desventaja con los mandatarios. El PJ se rearma y juega a romper todo.
Las cartas parecen echadas. La sorpresiva victoria legislativa de octubre no le alcanzó a Javier Milei para dominar el Congreso. Tendrá un tercio en la Cámara de Diputados, lo necesario para blindar eventuales vetos y protegerse de un juicio político. Pero no pudo quedar al filo de la mayoría automática en ambos recintos para soñar con una agenda legislativa propia que fluya.
Después de tres semanas de rosca, el gobierno libertario aceptó que no tendrá interbloques con el PRO y la UCR -socios en la última elección-, y se conformó con sumar aliados a las bancadas de La Libertad Avanza. Quedó lejos del cuórum propio en ambas cámaras y cada negociación legislativa tendrá a muchos actores interactuando en simultáneo. Justo lo que Milei buscaba evitar.
En este escenario, cada vez que quiera una ley, el Presidente deberá discutir párrafo por párrafo con aliados como Mauricio Macri y, sobre todo, con los gobernadores, de todas las fuerzas políticas. Sin un frente oficialista amplio que les marqué la cancha, los mandatarios tendrán más armas para hacer valer sus votos en los recintos.
Los próximos años serán complejos para Milei en el Parlamento. Logrará sancionar algunas leyes, pero en otros temas –tal vez, en la mayoría- las negociaciones quedarán trabadas en discusiones por la distribución de los fondos. Ya no habrá victorias de la oposición, pero sí muchos proyectos cajoneados y comisiones inactivas.
Unión por la Patria –o como se llame en el futuro- no buscará leyes. Como minoría ruidosa, intentará embarrar la cancha, acorralar al oficialismo e incomodar a los aliados. Mostró esa versión en la discusión del pliego de la senadora electa por La Libertad Avanza, Lorena Villaverde, que el viernes deberá pelear su jura en una votación. Inédito. En la visión del kirchnerismo, la detención de Cristina Fernández de Kirchner enterró para siempre los viejos códigos de la política.
Los números del próximo Congreso, hasta este fin de semana, están por debajo de lo que esperaba Milei la noche del 26 de octubre. LLA tiene por ahora 91 miembros en la cámara baja y 20 en el Senado. Son necesarias 129 y 37 voluntades, respectivamente, para abrir los recintos.
Como los ex-Juntos por el Cambio no se fundieron en el oficialismo, los gobernadores de todos los colores, la mayoría derrotados en las elecciones de octubre, serán los árbitros del Congreso. Serán casi los únicos que escapen a la polarización entre la Libertad Avanza y el peronismo.
El nuevo mapa político, redefinido con los reacomodamientos, empezó a generar roces en la Casa Rosada. Diego Santilli, encargado de acercar a los gobernadores, se desentiende de los agrupamientos en el Congreso. Sabe que no es su asunto.
El problema les llega al titular de Diputados, Martín Menem, y a la ministra de Seguridad y senadora electa, Patricia Bullrich. Tienen una dura carrera los próximos dies días: si Libertad Avanza no tiene los bloques más grandes, le costará quedarse con las mayorías en las comisiones. Los necesita, para blindarse de leyes adversas hasta diciembre de 2027.



